Apuntes sobre el Timeo (3)
- francisco vargas
- Feb 19
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Generalidades e introducción al diálogo
El Timeo es el diálogo platónico tal vez más comentado a lo largo de la historia, es donde más se ha visto la influencia de Platón en su legado en la filosofía, comenzando incluso por los mismos neoplatónicos. Durante la edad media fue el diálogo más conocido de Platón (realmente no había muchos traducidos al latín). El Timeo era de los pocos que eran asequibles y que influyó particularmente muchísimo a la concepción cristiana, a la concepción metafísica, de la creación y la concepción del tiempo. Es también un diálogo tremendamente influyente en la época en que Rafael pintó La escuela de Atenas. Es el momento en que el platonismo es retomado sobre todo en la ciudad de Florencia, hay una refundación de la academia platónica por parte de Marsilio Ficino, quien también hace una nueva traducción al latín del Timeo.
Una de las características que salta inmediatamente a la vista es que se trata de un diálogo muy influido por el pitagorismo. Recordemos que para los pitagóricos las matemáticas (en plural) son esencialmente cuatro disciplinas, cuatro grandes ramas del saber: la geometría, la aritmética, la música y la astronomía. Son cuatro disciplinas que están presentes de una u otra forma en El Timeo.
Es un diálogo un poco particular: tal vez de los diálogos de Platón donde hay menos diálogo, muy pocas intervenciones de los demás personajes (aparte de Timeo). Está Socrátes que aparece en casi todos los diálogos platónicos como personaje principal pero acá pasa a un segundo plano; está Timeo que es el personaje principal y están Hermocrátes y Critias.
Platón nos ubica un poco con respecto al diálogo, hay una primera escena donde comienzan a hablar los cuatro personajes, y falta uno. Ya comienza de por sí con un misterio, quién es el que falta, y por qué nos habla Platón de que falta un personaje, esto ha dado lugar a hipótesis, elucubraciones de quién es el quinto personaje del diálogo que no llegó; hay quienes dicen que puede ser el mismo Platón. Desde la primera línea Platón sugiere que en este diálogo hay algo más, algo no visto detrás de lo que nos muestra o nos puede mostrar.
De lo que hablan es de una conversación que tuvieron el día anterior. El principal expositor en dicha conversación fue Sócrates y la mayoría de intérpretes coinciden en que ese diálogo anterior es La República. En efecto, Sócrates nos ofrece una síntesis que coincide con el tema de los primeros libros de este diálogo. En el tiempo dramático, hoy es el turno de Timeo, y Critias, es el encargado de seguir al día siguiente lo que será objeto precisamente del diálogo Critias (inconcluso).
Sobre la cuestión de si es posible un Estado Ideal (cuestión sobre la cual versa La República de Platón) Critias nos dice que si es posible porque de hecho ya ha ocurrido históricamente, en la práctica, la actualización de ese Estado, o por lo menos de un estado que se acerca mucho, y es en la antigua Atenas, miles de años antes de la Atenas en la que ocurren estas acciones (el siglo V a. C.). En esa época gloriosa, Atenas había derrotado a Atlántida, esta misteriosa civilización antigua.
Critias comienza entonces a recordarnos esa civilización de Atlántida por un relato que le cuenta su abuelo cuando es niño y del cual se ha perdido la memoria. Esto también le añade otro toque de misterio al diálogo, hablar de ese pasado remoto y de esas civilizaciones como fueron la de Atlántida que se extinguió , y la de la antigua Grecia con su régimen que era mucho más cercano al ideal que propone Sócrates en La República…
Después de esto, Critias se compromete a que al siguiente día va a hablar más de lo que fue esa Atenas antigua. Como vemos, hay una temática política en esos otros dos diálogos. En medio está El Timeo, cuya temática,muy distinta, está entre la física y la metafísica. El Timeo es de alguna manera como la gran enciclopedia de la visión del mundo de Platón, no solamente hay temas de lo que hoy clasificamos como física, sino que podría haber mucho de lo que hoy llamamos biología, medicina o antropología…
La concepción platónica de el hombre tiene una explicación por este mismo origen del universo. El Timeo tiene sentido en esa secuencia de diálogos porque precisamente nos va a dar cuenta de cómo se origina el ser humano dentro del Universo, y al conocer la naturaleza del ser humano podemos dar cuenta de lo que puede ser una sociedad o un régimen político. Esta sería la ubicación del diálogo Timeo dentro del conjunto de diálogos platónicos. Está “en diálogo” tanto con La República como con ese diálogo inconcluso que es el Critias. Son una especie de trilogía en ese sentido.
El personaje Timeo es introducido así:
“Decidimos que Timeo, puesto que es el que más astronomía conoce de nosotros y el que más se ha ocupado en conocer la naturaleza del universo, hable en primer lugar, comenzando con la creación del mundo y terminando con la naturaleza de los hombres.” (27a, p.170).
Va a hablar de la creación del mundo y del origen del Hombre, cómo fue creado y de su naturaleza. Y continúa Critias:
“…Yo, como si tomara de éste los hombres nacidos en el relato y de ti algunos con la mejor educación, los pondré ante nosotros como frente a jueces, según la historia y la ley de Solón, y los haré ciudadanos de esta ciudad, como si fueran aquellos atenienses de los que los textos sagrados afirman que desaparecieron, y, en adelante, contaré la historia como si ya fueran ciudadanos atenienses.” (27a-b)
Esta es la historia de la Atenas antigua ya olvidada, a la que aludí anteriormente. Timeo hace entonces una primera intervención, donde todavía no está haciendo su discurso sino que está reflexionando o ubicándonos respecto a ese discurso que va a emprender, entonces hace una especie de introducción donde llama nuestra atención a la cautela de cómo tomar el discurso que va a hacer, pues es un discurso mitológico de índole muy particular.
Aquí entra un poco la concepción metafísica y epistemológica de Platón. Después de invocar a los dioses comienza Timeo hablando de aspectos gnoseológicos:
“Pues bien, en mi opinión hay que diferenciar primero lo siguiente: ¿Qué es lo que es siempre y no deviene y qué , lo que deviene continuamente, pero nunca es?” (27d-28a)
Aparece claramente la problemática de la oposición/complementariedad entre ser y devenir, entre identidad y cambio. Continúa Timeo:
“Uno puede ser comprendido por la inteligencia mediante el razonamiento, el ser siempre inmutable; el otro es opinable, por medio de la opinión unida a la percepción sensible no racional, nace y fenece, pero nunca es realmente” (28a)
Acá, desde la perspectiva platónica, hay una especie de contraposición pero hay que ver realmente si es una contraposición tajante o más bien hay una continuidad entre estos distintos tipos de conocimiento, problemática también presente en el Teeteto.
Como vemos, hay está contraposición entre la inteligencia, lo inteligible o lo noético, y la doxa, la opinión, la cual estaría ligada a la percepción sensible, no racional. Estamos aquí en el dualismo platónico, entre lo sensible y lo inteligible. Al primero podemos aproximarnos a través de la doxa, la opinión mientras que a lo inteligible, lo que llama en otros diálogos, el mundo de las ideas, a través del nous, el intelecto.
Como nos va a hablar del universo y su origen, Timeo está introduciéndonos a que realmente no se trata de un discurso sobre lo inmutable y lo que es siempre, y abordable a través del nous; sino que la facultad que se va a usar es la opinión porque va a hablar del mundo sensible. Sin embargo, lo que vamos a ver a través de todo el diálogo, lo que nos va a mostrar, es que el mundo sensible se basa en ese otro mundo racional y que es semejante a ese modelo. Parte de ese misterio del diálogo es cómo tomarlo: ¿será que sí es una doctrina platónica, hay que tomarlo como una versión instituida de su filosofía según la razón, o es la opinión del personaje Timeo, controvertible dialécticamente?
Algunos intérpretes, como el mismo Aristóteles lo tomaron en el primer sentido: para este se trata de una doctrina ya formulada, mientras que otros autores lo toman como un relato plausible pero no necesariamente una doctrina definitiva: es una mera aproximación.
Belleza y teleología
“Además, todo lo que deviene, deviene necesariamente por alguna causa; es imposible, por tanto, que algo devenga sin una causa. Cuando el artífice de algo, al construir su forma y cualidad, fija constantemente su mirada en el ser inmutable y lo usa de modelo, lo así hecho será necesariamente bello” (28a).
Aquí comienza a aparecer el problema de la causalidad, un problema tratado después de manera aún más explícita por Aristoteles, en su doctrina de las cuatro causas. Básicamente, acá la noción de causa está ligada a la idea de que este mundo está basado en cierto modelo y por la tanto es dependiente de él y no es, en ese sentido, completamente autónomo, no es en sí e independiente, sino que tiene un principio o un origen. Acá uno podría preguntarse si se trata de una causa eficiente en el sentido aristotélico o más de una causa final. Aunque en ciertos momentos pareciera que se hablara de una causalidad eficiente, acá como hay un modelo que se quiere “alcanzar”, al que se quiere tender, una “intención” por parte del demiurgo pareciera aquí una causalidad final, teleológica.
“Pero aquello cuya forma y cualidad hayan sido conformadas por medio de la observación de lo generado, con un modelo generado, no será bello.” (28a)
La pregunta aquí es, si esto que es generado, o sea este mundo, es copia de otra cosa también generada, pues no sería bello, y a lo que que va a llegar más adelante Platón, o Timeo es a plantear que este mundo es algo generado pero basado en la observación de un modelo que no es generado:
“Acerca del universo - o cosmos o si en alguna ocasión se le hubiera dado otro nombre más
apropiado, usémoslo- debemos indagar primero, lo que se supone que hay que considerar en primer lugar en toda ocasión: si siempre ha sido, sin comienzo de la generación, o si se generó y tuvo algún inicio.” (28b)
Acá la palabra griega es arké: principio o inicio.
“Es generado , pues es visible y tangible y tiene un cuerpo y tales cosas son todas sensibles y lo sensible captado por la opinión unida a la sensación, se mostró generado y engendrado.” (28b)
Hay un cierto modelo que “contempló su artífice al hacerlo, el que es inmutable y permanente…”
Debido a esto, “este universo es el más bello de los seres generados” (29a): hacer una copia de algo que es a su vez no generado, es bello.
Cuando se tomó el pensamiento griego para reformular la doctrina cristiana como ocurrió en la Edad Media, se veía a Platón como una especie de anticipador del cristianismo, en parte por la doctrina del alma, de la inmortalidad del alma, pero también por un diálogo como el Timeo donde se habla del origen del mundo y la creación del mundo. Sin embargo, hay diferencias grandes con respecto al cristianismo. Lo que hace el demiurgo, el ser que organiza el cosmos, es precisamente organizarlo, dotarlo de un orden. Había, de cierta manera, un universo pre-cósmico, o sea sin orden, y lo que hace el demiurgo es ordenarlo.. Por otra parte, en este pasaje no hay nada relacionado con el sentido del pecado o lo “mundano” que muchas veces está tan presente en la concepción cristiana. Acá, el universo es algo declaradamente bello, al ser una copia de algo que no es generado, o de lo que llamaríamos con Platón “las ideas”. No es algo rechazable, cosa que sí ocurre por lo menos en algunas vertientes del cristianismo.
Estamos hablando de la imagen y su modelo: el demiurgo es una especie de artesano, como en el caso prototípico de un escultor que tiene un modelo y quiere hacer su escultura con base en ese modelo.
“Acerca de la imagen y de su modelo hay que hacer la siguiente distinción en la convicción de que los discursos están emparentados con aquellas cosas que explican” (29b).
La manera de hablar depende del objeto mismo del discurso. Aparece aquí, por primera vez en el diálogo, uno de sus motivos recurrentes, la idea de proporción:
“Los que se refieren a lo que ha sido asemejado a lo inmutable, dado que es una imagen, han de ser verosímiles y proporcionales a los infalibles. Lo que el ser es a la generación, es la verdad a la creencia” (p. 172).
Se trata de una proporción en donde entran en relación el nivel ontológico y el nivel cognoscitivo. La palabra griega (analogía) es muy difícil de traducir, el prefijo “ana” tiene entre otros, el sentido de repetición, entonces analogía es como la repetición de un logos, de una razón. La palabra “analogía” aparece en el Timeo muchas veces, y es precisamente traduciendo este diálogo que se introduce por primera vez la palabra “proportione” en latín por parte de Cicerón.
Timeo nos advierte que el discurso a continuación no va a ser totalmente coherente y perfecto, debido al objeto mismo que está tratando:
“Por tanto, Sócrates, si en muchos temas, los dioses y la generación del universo no llegamos a ser eventualmente capaces de ofrecer un discurso que sea totalmente coherente en todos sus aspectos y exacto, no te admires.Pero si lo hacemos tan verosímil como cualquier otro, será necesario alegrarse, ya que hemos de tener presente que yo, el que habla, y vosotros, los jueces, tenemos una naturaleza humana, de modo que acerca de esto conviene que aceptemos el relato probable y no busquemos más allá.” (29 c-d)
Timeo declara nuestras limitaciones cognitivas y de lenguaje. Se trata entonces de un relato probable o verosímil, no de un relato completamente coherente y doctrinario.
Luego de esta introducción Timeo abre su discurso propiamente dicho con la gran pregunta de “por qué causa el hacedor hizo el devenir y este universo” (29d).
Nos responde que “Es bueno y el bueno nunca anida ninguna mezquindad acerca de nada. Al carecer de ésta, quería que todo llegara a ser lo más semejante posible a él mismo.”
Nuevamente, para Platón el mundo es algo bello, a veces se habla de que es “una copia imperfecta del mundo de las ideas”, pero sin embargo es visto como algo positivo, o por lo menos ese es el tono que domina en el Timeo.
“Como el dios quería que todas las cosas fueran buenas y no hubiera en lo posible nada malo, tomó todo cuanto es visible, que se movía sin reposo de manera caótica y desordenada, y lo condujo del desorden al orden” (30a).
Aquí está también el núcleo del Timeo, el paso del caos al cosmos, algo que está por ejemplo en poetas como Hesíodo.
Aquí lo ordenado, es lo regido por el logos y por la proporción (ese logos que se reitera y potencia). Es un tema central en el pitagorismo: la similitud, la semejanza de las figuras. Cómo,por ejemplo, dado un cuadrado, construir un cuadrado de área doble. Lo que permanece a través del cambio, lo invariante a través de la transformación: queda en este caso invariante la forma pero cambia el tamaño. Es el problema del célebre paso del Menón. El famoso problema de la duplicación del cubo, no es sino una variación de este.

Temporalidad
"Eternity is in love with the productions of time.”
William Blake (Proverbs of Hell)
Es mediante esta conjunción entre belleza y felicidad que opera en el origen del universo que Platón explica la relación entre eternidad y tiempo, el origen de este último, en uno de sus pasajes más influyentes:
“Cuando su padre y progenitor vio que el universo se movía y vivía como imagen generada de los dioses eternos, se alegró y, feliz, tomó la decisión de hacerlo todavía más semejante al modelo.” (37c)
Según nos dice Timeo anteriormente, el universo tiene alma (el anima mundi), tiene vida, por eso “se movía y vivía”. De acá es de donde surge la idea de crear el tiempo:
“Entonces, como éste es un ser viviente eterno, intentó que este mundo lo fuera también en
lo posible. Pero dado que la naturaleza del mundo ideal es sempiterna y esta cualidad no se le puede otorgar completamente a lo generado, procuró realizar una cierta imagen móvil de la eternidad y, al ordenar el cielo, hizo de la eternidad que permanece siempre en un punto una imagen eterna que marchaba según el número, eso que llamamos tiempo.” (37d)
El tiempo aparece en escena ya cuando estamos adentrados en la creación del mundo o del ordenamiento del cosmos, no es algo del que se nos hable desde el inicio. Se nos dice: “cuando su padre y progenitor vio que el universo…”. Resulta paradójico ya que si el demiurgo hizo primero esto, y después lo otro, ¿cómo es posible que el tiempo aparezca hasta ahora si hay toda una secuenciación cronológica en el relato? Es quizás uno de los puntos en que debemos considerar que se trata de un relato probable, que no podemos tomar literalmente, sino que es una manera que él usa recurriendo al mito para darnos una idea de cómo fue esa creación, para hacerla comprensible. Hay en Platón una constatación aguda, psicológica y didáctica, de que para comprender algo los humanos necesitamos de un relato, de una historia, de una fábula. Nuestra comprensión está ligada en este sentido precisamente a una secuenciación temporal. Esto explica las contradicciones o aporías a la que llegaríamos si tomáramos el relato de Timeo en sentido literal, y que no son ajenas a la cosmología contemporánea. Cuando hablamos del origen del universo (por ejemplo a partir del Big Bang) ¿cómo es posible que el tiempo se originó en cierto momento? o ¿si el universo existe a partir de cierto momento, entonces que había antes?
Por otra parte, el relato lleva nuestra mirada hacia el cielo: lo que Platón llama temporalidad está vinculado a lo astronómico. De manera inmemorial, la medida del tiempo tiene que ver con la observación del cielo, con la regularidad de los fenómenos astronómicos. El origen de la astronomía, de sus observaciones detalladas, responde a la necesidad de medir los fenómenos cíclicos y es así que se establecen por ejemplo los distintos calendarios, son los movimientos celestes lo que da lugar a la medida del tiempo. El tiempo circular.
Es a partir de esta regularidad que se introduce el otro concepto clave aquí: el de número. Dentro del concepto de tiempo, hay la idea de cuantificar: sin cuantificación no habría tiempo. Todo esto tiene que ver con ese gran problema que es la medida del tiempo, cómo saber que algo es idéntico y que se repite siempre con la misma periodicidad. ¿Cómo saber que dos fenómenos tienen la misma duración? Podemos medir las horas a lo largo del día a través de los movimientos del sol, según como los observamos desde la Tierra, pero si no recurrimos a nuestros relojes mecánicos o electrónicos, hay una variabilidad a lo largo del año: una hora del día en invierno era mucho más corta que una hora en verano. Entonces ¿cómo estar seguros que algo se cumple de manera completamente regular y de que, como diríamos en nuestro lenguaje, que “hay la misma cantidad de tiempo”? Galileo recurrió a la regularidad de sus pulsaciones para constatar la regularidad del movimiento pendular. Hoy recurrimos a otros medios para constatar la regularidad (o irregularidad) de nuestras pulsaciones.
Volviendo a Platón. tenemos la idea de que si hay una periodicidad absoluta en los fenómenos del cosmos, si es algo que está regido por el número, hay una cuantificación de los grandes períodos cósmicos, es lo que da lugar al año, a los meses, a los días:
“Antes de que se originara el mundo, no existían los días, las noches, los meses ni los años. Por ello, planeó su generación al mismo tiempo que la composición de aquél. Éstas son todas partes del tiempo y el “era” y el “será” son formas devenidas del tiempo que de manera incorrecta aplicamos irreflexivamente al ser eterno.”(37e)
Platón señala los límites de nuestro lenguaje: cuando hablamos recurrimos a los distintos tiempos verbales. Usamos el presente, el pasado o el futuro, y no podemos evitarlo para hablar de la eternidad:
“Pues decimos que era, es y será, pero según el razonamiento verdadero sólo le corresponde el «es», y el «era» y el «será » conviene que sean predicados de la generación que procede en el tiempo - pues ambos representan movimientos, pero lo que es siempre idéntico e inmutable no ha de envejecer ni volverse más joven en el tiempo, ni corresponde que haya sido generado, ni esté generado ahora, ni lo sea en el futuro, ni en absoluto nada de cuanto la generación adhiere a los que se mueven en lo sensible, sino que estas especies surgen cuando el tiempo imita la eternidad y gira según el número…”(37e-38a).
El tiempo es algo que puede ser o no ser. El ser eterno es “anterior” al universo, y el tiempo surge solamente con el universo y podría también no ser: no hay un tiempo absoluto como una especie de coordenada anterior al universo:
“El tiempo, por tanto, nació con el universo, para que, generados simultáneamente, también desaparezcan a la vez, si en alguna ocasión tiene lugar una eventual disolución suya, y fue hecho según el modelo de la naturaleza eterna para que este mundo tuviera la mayor similitud posible con el mundo ideal, pues el modelo posee el ser por toda la eternidad, mientras que éste es y será todo el tiempo completamente generado.” (38b-c)
Timeo, experto en astronomía, pasa luego a hablar de las distintas revoluciones de los cuerpos celestes alrededor de la Tierra, en una primera formulación semimatemática del modelo geocéntrico retomado luego por Aristóteles y que seguirá vigente por siglos.
Es precisamente Eudoxo[1], discípulo de Platón, uno de los más grandes matemáticos de la antigüedad, quien elabora ulteriormente este modelo y por esto es considerado el fundador de la astronomía matemática. Eudoxo explica así los movimientos planetarios a los que alude Timeo, particularmente su “movimiento retrógrado” que luego explicaría Tolomeo con su doctrina de los ciclos y los epiciclos, y que luego motivaría también la revolución copernicana. Los movimientos planetarios, en principio son problemáticos si hablamos de movimientos circulares simples. Eudoxo introduce la idea de una combinación de distintos movimientos circulares de distintas esferas invisibles, que explicarían sus trayectorias no uniformes y aparentemente erráticas.
Timeo se refiere entonces a “las velocidades relativas de las ocho órbitas” (las del sol, la luna, los cinco planetas conocidos y la esfera de las estrellas fijas). Tenemos un año solar, pero también un “año” para cada una de los demás cuerpos celestes. El año perfecto sería el ciclo cósmico después del cual todos vuelven a estar en su lugar de origen. Cada uno se mueve a velocidades distintas, y tiene un período distinto de revolución, pero después de un gran ciclo cósmico vuelven a estar en la posición inicial. Esto alude a las doctrinas presentes en distintas culturas acerca del tiempo cíclico. Es algo presente también en Heráclito (el fuego cíclicamente creador y destructor), pero que también vamos a encontrar en el estoicismo en relación a la doctrina del eterno retorno.
Bibliografía
Hesíodo. (1986). Teogonía. Trabajos y días. Escudo. Certamen. (trad. Martín Sánchez, M.
Platón (1997). Diálogos VII. Filebo, Timeo, Critias. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos.
[1] Volviendo el tema de la proporción, tan radicalmente central en el Timeo, es justamente Eudoxo quien desarrolló la sofisticada teoría de las proporciones presente en el libro quinto de los Elementos de Euclídes que posibilita el manejo de magnitudes continuas, más allá de los números enteros y racionales.



Es interesante anotar cómo el diálogo del Timeo, aunque pretenda no ser restrictivo en sus afirmaciones, ha generado grandes debates y la particularidad de la reflexión sobre el tiempo y la temporalidad. Allí vemos el desarrollo del tiempo en la creación del universo, para ser copia fiel de lo eterno: quien es, y en quien reside el "era" y "será", lo cual, para nosotros los seres humanos, es bastante complejo de urdir con nuestros pensamientos. Si bien afirma Timeo en su alocución que hablar de que el Demiurgo hizo esto y lo otro implica tiempo, antes de la creación del mismo, lo cual puede gestar la reflexión sobre cómo se crea el tiempo sin tiempo o, la pregunta: ¿está el…